Los cover son un tipo de tatuaje que, como su nombre (en inglés) indica, consisten en cubrir viejos tatuajes que ya no nos gustan. O sea que, si en su día te tatuaste una luna con dientes, ya no tienes que ocultarla con maquillaje, ¡puedes cubrirla con un tatuaje mejor!
En este post veremos cuál es la magia oculta en los covers.
Un profesional excelente
En efecto, para tatuarnos un cover tenemos que contar con un auténtico experto que conozca todos los vericuetos de este arte. Hay tatuadores que incluso se especializan solo en covers. Y es que este tipo de tinta tiene unas reglas muy específicas.
Hay que saber jugar con la forma y adaptar el diseño tanto para que le entusiasme al tatuado (no vaya ser que vayamos de Guatemala a Guatepeor) i, a la vez, cubra el tatuaje viejo. No es tan fácil como parece, especialmente si lo que hay debajo es grande y oscuro.
El secreto está en los colores
Esto es debido no solo a la forma del diseño, sino también a los colores: el color que apliquemos encima no se quedará en el exterior de la piel, sino que la penetrará y se mezclará con el color que haya debajo. Así, pues, el color más socorrido para un cover es el negro, pero también pueden usarse otros colores oscuros como el marrón o el púrpura, o versiones más oscuras de los colores que haya debajo (como un azul marino por un cian…).
Otros trucos para hacer pasar un tatuaje viejo por uno nuevo incluyen no cubrirlo, sino integrarlo en el diseño nuevo, de manera que ciertas partes queden disimuladas y parezca que sean parte del diseño (por ejemplo, convirtiéndolos en sombras, ramas…).
Como puedes ver, los cover no solo son una solución muy práctica para tinta vieja, sino que también son interesantísimos. Y tú, ¿tienes algún cover?