Las raíces de las leyendas japonesas sobre el zorro parecen provenir del folclore chino, coreano, hindú y griego aunque en Japón adquieren su propio enfoque cultural; de hecho, los zorros de estas culturas son seres malvados, a diferencia del Kitsune, que puede ser bueno o malo.
El zorro de nueve colas es una de las representaciones más apreciadas en el Horimono, ya que se considera que cuantas más colas tenga, más viejo y poderoso será. Cuando llega a mil años consigue la novena cola (el número máximo), su pelaje se convierte en blanco o dorado y adquiere una infinita sabiduría y capacidad adivinatoria.
Los zorros con pelaje negro también son símbolos de buenos presagios.
Inari y Kitsune
Inari es el dios de la fertilidad, la agricultura y el arroz. Kitsune es su sirviente y mensajero y lleva en su boca o en su cola una esfera de estrella llamada hoshi no tama, joya que simboliza al dios y su pelaje es blanco, aunque a veces se le representa con un pelaje de fuego.
Ahuyentan al mal, son guardianes espirituales y si se les invoca, defienden a los campesinos y los protegen. Además siempre cumplen sus promesas y pueden hacer regalos mágicos si se les trata con respeto.
Zorros Yako
Los zorros yako son salvajes y tienden a ser traviesos e incluso malvados: se burlan de la gente, se convierten en fuegos fatuos, roban, engañan, hacen magia para confundir…
Los zorros consiguen el poder de adquirir forma humana con los años; por ello no es raro encontrar historias de amor entre humanos (que no saben que son zorros en realidad) y kitsunes; sobre todo mujeres zorro con la que pueden tenerse hijos; éstos pueden nacer zorros, pero si nacen humanos, tendrán poderes mágicos.
Otros kitsune, sin embargo, son súcubos que se alimentan de la energía vital o del espíritu de los seres humanos, generalmente a través del sexo y pueden poseerlos. Hasta el siglo XX se practicaban exorcismos para expulsarlos de los cuerpos como se hacía con las posesiones diabólicas, así que ya sabes: infórmate bien antes de tatuártelo, que nunca se sabe…