La historia está llena de arte. Grandes artistas nos han legado esculturas, piezas musicales, pinturas… Cada uno en su época, cada uno con sus propias características. La Venus de Milo, la quinta sinfonía de Beethoven… Pero, de todas las posibilidades, este artículo versará sobre los tatuajes de los relojes blandos, una famosa obra de Salvador Dalí.
Dalí fue un pintor, escultor y escritor español a quién se considera uno de los mayores artistas del subrealismo, si bien su pintura estuvo influenciada por el arte renacentista.
Su cuadro más famoso recibe el nombre de Los relojes blandos, aunque también se conoce como La persistencia de la memoria, y alude a la teoría del espacio-tiempo, que tanto obsesiona al hombre. En el cuadro se pueden observar cuatro relojes, tres boca arriba y uno que no muestra la hora. Los que están boca arriba marcan cada uno una hora distinta, según se ha explicado, porque el tiempo es relativo. Según afirmó textualmente el artista: «El tiempo no se puede concebir, sino el espacio». Los relojes más grandes se han reblandecido con el paso del tiempo, igual que ocurre con la memoria.
Pero como pasa con el arte, cada cual puede ver en una pintura un significado concreto y único, que no sirve para todos. Un pequeño detalle que sólo observe nuestro subconsciente y que, tal vez, ni si quiera exista.
Se trata de un tatuaje tanto masculino como femenino, ya que el arte no tiene género y está al alcance de todos. Además, se puede optar por elegir un elemento del cuadro (probablemente uno de los relojes blandos, del que incluso se puede elegir la hora para que coincida con un momento importante para nosotros) como por una mezcla de ellos o el cuadro completo. Incluso puede servir de inspiración para crear un diseño propio.
Sea como fuere, la teoría de la relatividad del tiempo puede ser razón para llevar a alguien a tatuarse su máximo exponente. ¿Qué te parece?