Secuestrada y obligada a tatuarse el nombre de su captor en Hamburgo

  • Joven de 21 años retenida una semana y forzada a tatuarse el alias de su agresor en el abdomen.
  • El secuestro comenzó el 23 de agosto de 2023 con amenazas con cuchillo y un tatuaje en estudio profesional.
  • Rescate policial tras contactar con sus padres; se investiga la participación de tres cómplices.
  • Condena a 9 años y detención preventiva; nueva vista centrada en el tatuaje pendiente en diciembre.

Imagen genérica sobre caso de tatuaje forzado

Una joven de 21 años denunció haber sido retenida por su ex pareja en Hamburgo y obligada a tatuarse el apodo del agresor en el abdomen. El caso, por su crudeza y los detalles del cautiverio, ha despertado preocupación en Alemania y ha tenido eco en toda Europa.

Según el relato judicial, la víctima fue sometida durante una semana a agresiones y humillaciones mientras se documentaban los hechos en vídeo; la intervención policial puso fin al encierro. En paralelo, la causa penal avanzó con una condena firme y aún queda una vista específica sobre el tatuaje, cuya eliminación no ha sido posible hasta la fecha.

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Cronología de los hechos

El secuestro comenzó el 23 de agosto de 2023, cuando la joven fue abordada en la calle por su exnovio, Jaser A., de 33 años, que la amenazó con un cuchillo. Tras inmovilizarla, la trasladaron a un estudio profesional donde la víctima fue forzada a tatuarse en letras cursivas y de gran tamaño el alias del agresor, “Elyas” (también transcrito como “Elías”).

Después del tatuaje, la llevaron a su propio domicilio, donde permaneció encerrada durante siete días. Allí soportó palizas, agresiones sexuales y vejaciones; algunas escenas fueron grabadas, y la joven relató que la filmaron amordazada y con la ropa rasgada, en un contexto de humillación continuada.

Imagen ilustrativa de caso de violencia y tatuaje forzado

Rescate policial

El encierro terminó cuando la víctima logró recuperar su teléfono y avisar a sus padres, lo que activó la intervención de una unidad especial de la policía. Los agentes irrumpieron en el piso y la rescataron, poniendo fin a una semana de violencia y coacciones.

En el proceso se investiga además la participación de tres presuntos cómplices que habrían colaborado con el principal acusado en distintos momentos del secuestro y los abusos, según se ha expuesto en sala.

Juicio y condena

En 2024, el Tribunal Regional de Hamburgo condenó a Jaser A. a nueve años de prisión y detención preventiva por violación, coacción, amenazas, privación ilegal de libertad y lesiones. La resolución subrayó la gravedad de los hechos y la planificación que quedó reflejada en parte del material intervenido.

El juez describió el comportamiento del agresor como inhumano y destacó la resiliencia de la víctima, que logró denunciar y sostener su testimonio pese al impacto emocional y físico del caso. La joven, que trabaja como enfermera, expresó su deseo de pasar página y continuar con su vida.

El procedimiento no ha concluido del todo: hay fijada una nueva audiencia en diciembre centrada en el tatuaje que la marca, después de intentos fallidos de borrado con láser. El acusado llegó a ausentarse de una sesión reciente alegando problemas de salud, mientras el tribunal mantiene el calendario previsto.

La marca en la piel y sus secuelas

La víctima ha tratado de eliminar el tatuaje mediante tratamientos con láser, sin éxito hasta ahora. En una de las vistas llegó a mostrar la zona afectada a la salida del juzgado, un gesto que evidenció el peso simbólico de la marca y su difícil reversión.

Más allá de la huella física, la joven convive con las secuelas psicológicas derivadas del cautiverio y las agresiones. Su entorno judicial ha remarcado que se siguen valorando medidas de apoyo y reparación, mientras ella insiste en rehacer su vida y dejar atrás un episodio que describió como devastador.

El caso reúne hechos contrastados: secuestro con amenazas, tatuaje forzado, una semana de abusos y rescate policial, además de una condena relevante y diligencias pendientes sobre la marca en su abdomen. La investigación mantiene el foco en la responsabilidad del principal condenado y en la posible implicación de colaboradores durante el cautiverio.