No hay nada como los tatuajes de retratos para conseguir un montón de ohhhhs y ahhhhs de tus conocidos… e incluso desconocidos si está excepcionalmente bien hecho.
En este artículo hablaremos de cómo lo hacen los tatuadores para conseguir que el efecto de vida sea el deseado y que tu pieza no parezca un muñeco asesino.
Una buena base, una de las claves
Con lo de “una buena base” no nos referimos solo a que el tatuador tenga mucha experiencia (aunque es evidente que es muy pero que muy importante) sino a que la base en la que tenga que trabajar (es decir, la plantilla con el dibujo que va a poner donde vaya el tatuaje, normalmente hecho de tinta azul) esté lo mejor posible. Si la plantilla, por ejemplo, se borra con facilidad es más probable que el tatuador cometa algún error.
Otro consejo muy útil es poner una foto del retrato que se va a tatuar al lado para que el tatuador pueda echarle un vistazo a la referencia con solo una ojeada.
El mundo al revés
Otro de los secretos de los tatuadores para conseguir un tatuaje de retrato increíble es que, a diferencia de la mayoría de los tatuajes, no se empieza por el delineado… sino por el relleno. Poco a poco, el tatuador va construyendo las sombras y el volumen de la pieza, empezando por las zonas más calaras y pasando a las más oscuras, para, finalmente, añadir el delineado. En caso contrario, el rostro no se vería natural.
Las claves del sombreado
Como puedes imaginarte, una de las claves de los tatuajes de retratos es conseguir un buen sombreado. Para ello, el tatuador tiene un trabajo muy complicado: fijándose constantemente en la muestra para ver de dónde viene la luz, también puede utilizar el color blanco (muy poco, o no se verá natural) para marcar los puntos más luminosos y que el retrato cobre vida.
Los tatuajes de retratos son increíblemente delicados y complicados, ¿verdad? Dinos, ¿llevas algún tatuaje de este estilo? ¿Cómo es? ¡Recuerda contárnoslo en los comentarios!
(Fuente)