En Buscalan, una pequeña aldea de Filipinas, vive Whang-od Oggay, una mujer centenaria que posiblemente sea la última artista de tatuajes mambabatok, un tipo de arte del tatuaje tradicional filipino.
¡Descubre la interesantísima historia de esta mujer y de un arte del tatuaje en peligro de desaparecer leyendo este post!
Una vida de devoción al arte del tatuaje
La vida de Whang-od ha estado íntimamente relacionada con estos tatuajes tradicionales de Filipinas. La anciana lleva tatuando desde los quince años. Su padre le enseñó cómo y, aunque al principio sus tatuajes no le reportaron ningún beneficio económico, poco a poco fue haciéndose un nombre.
La propia Whang-od tiene el cuerpo llego de tatuajes, que luce desde que era una adolescente. El primero fue una serpiente pitón en una escalera.
Tradición y leyenda
Los tatuajes mambabatok de Whang-od son la última muestra viva de este arte. Sus diseños se distinguen por contener motivos naturales y geométricos. Su firma es un tatuaje de tres puntos. Estos tatuajes, que siguen un método que retrocede más de mil años, están hechos con un instrumental muy sencillo, al igual que los ingredientes de la tinta: agua y carbón.
Y, como en casi todos los motivos tradicionales, la relación del tatuador con su arte es casi mágica, y está llena de supersticiones y leyendas.
Por ejemplo, al principio Whang-od tatuaba a guerreros y a mujeres de su zona que buscaban embellecer su piel, y lo hacía con cantos y vaticinios. Pero, con la desaparición de los guerreros y el aumento de turistas, la tatuadora dejó de cantar y de predecir el futuro de sus clientes. La anciana cree que los cantos son solo para el embellecimiento de las mujeres de su zona y la celebración de las victorias de los guerreros.
Además, cada tatuaje mambabatok tiene un simbolismo muy preciso e íntimamente relacionado con la cultura de la aldea. Por ejemplo, el tatuaje de un águila simboliza que un guerrero mató a un enemigo.
De la bulliciosa Manila a la tranquila Buscalan
Esta venerable tatuadora, además, no puede estarse quieta. A pesar de tener más de cien años, y de parar durante una semana en 2017 por motivos de salud, acepta unos ¡treinta clientes al día!
Los clientes, además, vienen de muy lejos a la remota aldea de Buscalan. Recorren los vastos campos de Filipinas cuando dejan atrás de bullicio de ciudades como Manila, y suben las escarpadas laderas que llevan hasta la aldea en la que luce un desvencijado letrero que anuncia la entrada a la modesta cabaña de la tatuadora.
¿Una de las últimas tatuadoras mambabatok de Filipinas?
Dice Whang-od que no puede transmitir a nadie su arte porque tiene que ser una tradición que se pase en la misma familia. Sino, el tatuaje corre peligro de infectarse. Como no ha tenido hijos, parece que el legado de los tatuajes mambabatok se perderá aquí.
Por suerte, queda una pequeña esperanza: su sobrina Grace Palicas y otros familiares han empezado a interesarse en el arte tradicional de los tatuajes mambabatok. Aunque sus motivos no son tan intricados como los de Whang-od, y que los cantos y vaticinios, al ser de carácter oral, se perderán con la anciana, parece que este arte familiar tiene futuro.
Whang-od recibe un reconocimiento muy merecido
Aunque tal vez Whang-od no sea tan famosa como otros artistas del tatuaje como Kat Von D, en Filipinas es bastante conocida, e incluso ha recibido alguna nominación para que se la considere un bien humano y parte de la cultura viva de este país.
Además, ha aparecido en diferentes documentales y en alguna exposición. En 2017 también participó en una convención junto a sus aprendices.
La historia de Whan-od, la última tatuadora mambabatok, es sin duda apasionante. Una vida diferente, sencilla, dedicada por completo a un arte en vías de extinción, pero que terminará sobreviviendo, aunque sea por vías algo diferentes.