Tatuarse en Japón supone toda una curiosidad para la mayoría de la gente que quiere tatuarse y que sea aficionado al estilo japonés, uno de los más famosos y coloridos. Su historia es de lo más interesante, llena de anécdotas curiosísimas que te dejaran con la boca abierta.
En este artículo, pues, veremos curiosidades sobre tatuarse en Japón que no dejaran a nadie indiferente, tres historias increíbles que analizan la cultura del tatuaje en el país del Sol Naciente.
Horiyoshi III, el tatuador japonés de leyenda
Puede que no te suene, pero Horiyoshi III es toda una institución en el Sol Naciente. De una manera similar a Sailor Jerry en Occidente, esta leyenda del tatuaje japonés se sintió tan fascinado al ver a un hombre tatuado en un baño público que ya no pudo hacer otra cosa que tatuar. ¿Su primera experiencia con el tatuaje? Cortarse con un cúter e intentar introducir tinta por la herida. Ahí es nada.
Tatuarse en Japón podía significar devoción
En algunos casos, los tatuajes de Japón podían significar que alguien dedicaba su vida a algo… o a alguien. Por ejemplo, los yakuza se tatuaban para demostrar su fidelidad a la organización criminal para la que trabajaban (y fueron responsables, en parte, de que tatuarse en Japón estuviera tan mal visto durante mucho tiempo). Por otro lado, los monjes budistas demostraban su devoción tatuándose sutras.
Horihide, el tatuador de manos
El tebori es uno de los artes del tatuaje japonés más desconocidos y, por desgracia, en peligro de extinción. Horihide, uno de los últimos tatuadores de manos, aun practica este milenario arte del tatuaje en su pequeño taller. Al contrario de los tatuajes hechos a máchina, el tebori es mucho más laborioso, lento y difícil. De los ocho estudiantes que tiene el maestro, todavía ninguno de ellos puede hacer sus propios diseños.