Aunque des del año 2012 en Estados Unidos las mujeres tatuadas superaron por primera vez en número a los hombres (un 23% comparado con el 19% masculino) aún no es raro que las mujeres tatuadas se enfrenten a ciertos prejuicios como que son menos atractivas o que no respetan su cuerpo. Evidentemente, nada más lejos de la realidad.
En este post veremos una breve historia del tatuaje femenino y cómo el tatuaje ha pasado de ser una simbología propia de la tradición a, en algunos casos, un símbolo de empoderamiento y fortaleza.
Mujeres ilustradas, una historia tan antigua como el mundo
Es bien sabido que los tatuajes son una de las expresiones artísticas más antiguas y que, hasta tiempos relativamente recientes, han estado relacionados con la tradición, la magia, el estatus social… pero tal vez no sea tan conocido quién fue la primera mujer tatuada. La Historia nos remite a una fecha sorprendente: el primer hallazgo arqueológico relacionado con el tatuaje es una estatuilla de arcilla recubierta de tatuajes, llamada la Venus de Nubia, fechada en el año 4.000 a.C. Los tatuajes en mujeres también fueron frecuentes en otras culturas de la antigüedad como la egipcia.
Es curioso, de hecho, ver que tradicionalmente los tatuajes eran propios tanto de mujeres como de hombres. Antiguamente, las mujeres se tatuaban para mostrar sus habilidades o por motivos mágicos o de protección. No es hasta su prohibición durante siglos en Europa que los tatuajes empezaron a tener mala fama. Se consideraba que los hombres tatuados eran maleantes, delincuentes o prisioneros, y, a su vez, se consideraba que las mujeres tatuadas eran “monstruosas”.
Un símbolo de independencia económica
Se cree que una de las primeras mujeres tatuadas occidentales fue Olive Oatman. Su historia es, cuanto menos, apasionante. Después que su familia muriera a manos de los Yavapais, una tribu Mohave la adoptó y le tatuó, en 1858, un tatuaje tradicional en la barbilla.
Aunque este es uno de los primeros (y más llamativos) ejemplos de mujeres occidentales tatuadas, lo cierto es que durante el siglo XIX las cosas empezaron a cambiar y las mujeres tatuadas empezaron a verse con otros ojos. En el Reino Unido, hubo una moda en la que las mujeres se tatuaban desde mariposas a iniciales en lugares que se podía cubrir fácilmente. ¡Incluso se dice que la Reina Victoria tenía tatuado un tigre de bengala luchando con una pitón!
No obstante, el verdadero boom llegó con los circos y los espectáculos de variedades, en los que se empezaron a mostrar mujeres con todo el cuerpo tatuado. Esto permitía que las mujeres tuvieran libertad económica y personal. Algunas de ellas se convirtieron en auténticas celebridades: Betty Broadbent, Maud Wagner, Pam Nash…
El renacimiento del tatuaje
Poco a poco, y hasta los maravillosos años sesenta, el mundo del tatuaje se fue diversificando y abriendo. En los años 60, fue Janis Joplin la que propició que una gran cantidad de mujeres se tatuaran. La cantante, que en aquellos tiempos estaba en la cima de su popularidad, se tatuó una flor en la muñeca. Este sencillo paso se convirtió en todo un símbolo de libertad y trangresión para las mujeres.
Hasta la actualidad, el tatuaje (y más en concreto, las mujeres tatuadas) no ha hecho más que expandirse y normalizarse, como en el caso de este estudio de tatuajes formado solo por mujeres. En el caso de las mujeres tatuadas, en ocasiones el tatuaje cobra una lectura extra, no sólo la de embellecer, sino la de reivindicar que el cuerpo de la mujer no pertenece al estado, no pertenece a la iglesia, no pertenece a su marido. Es suyo, y de nadie más. Por esta razón, no es raro encontrar iniciativas como la que promovía tatuarse una corona como símbolo de amor propio y fortaleza.
En resumen, la historia del tatuaje es apasionante y muy antigua, como las mujeres tatuadas. Aunque a primera vista parezca que este fenómeno es cosa de hace dos días, nada más lejos de la realidad. Y a vosotros, ¿os gustaría que siguiésemos contando cosas de la historia del tatuaje? Os esperamos en los comentarios 😉