Aunque puedan parecer historias de película o leyendas urbanas, la verdad es que los tatuajes de borrachera son un serio problema en según qué partes del mundo. Y es que, como todo en la vida, hay personas que tienen «dos dedos de frente» y cuando beben pierden los papeles y el poco raciocinio del que disponían al estar sobrios. No hace mucho tiempo, se viralizó en las redes sociales la historia de Steven.
Un joven turista británico que viajó hasta la localidad de Magaluf (Calvià) para disfrutar de sus vacaciones. Como era de esperar, las fiestas que vivió Steven fueron propias de cortometraje de Hollywood en el que universitarios americanos organizan la madre de todas las fiestas. Sin embargo, en una de estas juergas, Steven se excedió y al día siguiente, cuando despertó, no recordaba nada.
Todo parecía normal hasta que descubrió en su antebrazo derecho un tatuaje en el que se podía leer la siguiente frase: “Barry es un gilipollas”. Lo peor de todo es que Steven no sabía cómo había podido llegar a hacerse ése tatuaje la noche anterior. El joven turista no llegó a descifrar el enigma de quién era ese tal Barry. Como él, cada verano son muchos los turistas que se marchan de España con un recuerdo de este tipo en su piel. Sin embargo, y como bien cita el titular del artículo, los tatuajes de borrachera pueden ser historia pasada.
Una agencia de viajes británica ha anunciado, a modo de gancho comercial, que en sus paquetes de ocio para jóvenes incorporará la eliminación de tatuajes que sus clientes se hayan realizado durante una noche de desenfreno. Dejando a un el evidente reclamo para la captación de clientes y de que se trata de una estrategia comercial, es curioso ver la trascendencia que este tipo de historias han tenido en el Reino Unido.
Un hecho real y tangible es la gran cantidad de estudios de tatuajes que han proliferado por la zona. Algunos tatuadores señalan que uno de los tattoos más demandados es la palabra «YOLO», un acrónimo que en inglés significa «You Only Live Once» (Sólo Se Vive Una Vez).
Fuente – Diario de Mallorca