Aunque aun queda gente con prejuicios, lo cierto es que los tatuajes y las personas tatuadas cada vez tienen más aceptación entre la sociedad. Desgraciadamente, no siempre ha sido así y, a veces, se ha considerado a los tatuajes un castigo infligido a esclavos o delincuentes.
Lee este post para aprender sobre una de las épocas menos conocidas de los tatuajes en la que, curiosamente, se basa una de las modas más famosas de los tatuajes. En efecto, hablamos de la cultura antigua y los tatuajes romanos.
Vinieron, vieron y se divirtieron
Los romanos son conocidos por ser, junto a los griegos, una de las culturas cuna de la civilización Occidental. Fueron los amos de casi toda Europa durante muchísimo tiempo y cultivaron una cultura muy rica, que no tenia prejuicios a adoptar elementos de otras culturas (como “copiar” los dioses griegos) ni a divertirse.
En general, estaban muy avanzados y eran bastante buena gente, montaban divertidas carreras en cuadrigas, escribían interesantes epopeyas con héroes molones, tenían un sistema de alcantarillado eficiente y con el mejor nombre del mundo (la Cloaca Máxima), tenían a sus leones bien alimentados y montaban unos saraos importantes, dignos de Resacón en Las Vegas.
Tiempos difíciles
Desgraciadamente, su política con los tatuajes no era tan distendida. De hecho, fue otra de las cosas que adoptaron de otras culturas: los primeros tatuajes romanos los hicieron los griegos, que usaban los tatuajes como un castigo corporal y para marcar a los esclavos.
Esta es la práctica que adoptaron los romanos, una identificación para marcar a los esclavos y encontrarlos más fácilmente si se escapaban (si habéis visto la película Gladiator, seguro que recordáis al protagonista arrancándose el tatuaje que le han hecho en el brazo). También tatuaban a los infractores lo que habían hecho en la frente o en otros sitios bien visibles, para que el tatuaje se considerara un castigo incluso tras cumplir condena.
Un hobby algo bestia
Además de ser considerado como el peor castigo posible, algunos emperadores de la época se tomaron lo de tatuar muy en serio y lo llevaron hasta el siguiente nivel. Se dice que el emperador Calígula, un señor que no parecía muy simpático, se dedicaba a vagar por los pasillos de frío mármol en su palacio para tatuar a incautos él mismo. Y pensar que mi abuelo se quejaba cuando le dibujada en el brazo con un boli.
Por suerte, con el emperador Constantino empezó el fin de estas barbaridades y de los tatuajes romanos, ya que se decretó una ley en la que se consideraba sacrilegio tatuar la cara de la gente porque “estaba hecha a imagen de dios”.
Una tradición intacta
No obstante, se dice que había un tipo de tatuajes romanos que no estaba mal visto y que fue el primero de una larga tradición que se remite hasta nuestros días: el tatuaje del ejército. Estos tatuajes los llevaban los legionarios de las huestes de Adriano. Se dice que probablemente tenían forma de águila o una pequeña muestra de la legión a la que pertenecían. Este tipo de tatuajes romanos son los antepasados de los conocidos tatuajes del ejército o de la marina.
Escritos de la época incluso van más allá y muestran los ingredientes para hacer estos tatuajes, que incluyen corteza, bronce y vitriolo. Se hacían con agujas afiladas, en la piel bien limpia, y se esparcía la tinta una vez sangraba.
Viejos tatuajes romanos, hoy
Sin duda la cultura romana nos ha influenciado muchísimo. No solo es el idioma madre de lenguas como el español sino que podemos encontrar todo tipo de tatuajes romanos, libres ya del estigma (que, por cierto, en latín quiere decir tatuaje) que padecieron durante tanto tiempo, como fieros guerreros o inscripciones en latín.
Una de las modas más longejas del mundo del tatuaje, de hecho, son los números romanos, probablemente por su versatibilidad y su capacidad de ser tatuados en grandes o pequeñas piezas.
Y tú, ¿tienes algun tatuaje romano? ¡Cuéntanos!