Aunque en otras ocasiones hemos hablado de historias de tatuajes, y más específicamente de la mujer tatuada, hoy nos centraremos en un período muy específico: finales del siglo XIX y principios del XX.
Fue en esta época cuando hubo un auténtico boom de la mujer tatuada, toda una institución que se ganó la vida en espectáculos de circo y de variedades.
Ganarse la vida como mujer tatuada
A principios del siglo XX, los circos siempre estaban al acecho de atracciones nuevas, con lo que incluso llegaron a poner anuncios en los periódicos pidiendo mujeres que estuvieran tatuadas. Y por supuesto, mientras más tatuadas, mejor.
En un tiempo en el que los tatuajes eran bastante baratos (una pieza pequeña costaba un dólar y tatuarse el cuerpo entero unos treinta), no era una opción a desdeñar. Se calcula que las mujeres tatuadas de la época llegaron a cobrar unos cien dólares al día. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las cantidades variaban en función de la popularidad del circo y de la gente que asistiera a la función.
Trucos publicitarios
El truco para conseguir que la mujer tatuada tuviera éxito radicaba en acompañarla de una buena historia. Muchas encontraban la inspiración en terribles historias de secuestros. Este recurso, por cierto, también lo utilizaban mucho los hombres tatuados como George Costentenus, que también aseguraba que había sido tatuado en contra de su voluntad.
¿Funcionaban estos trucos de márquetin? Lo cierto es que sí, ya que multitud de curiosos se agolpaban en los circos para escuchar estas historias… y ver el cuerpo femenino, hasta entonces tapado y casi inaccesible, de una manera radicalmente distinta.
La historia de la mujer tatuada está llena de contradicciones, ya que la explotación del cuerpo y la independencia económica están entrelazadas. Sin embargo, hay que conocerla y sin duda, es apasionante, ¿verdad? Dinos, ¿conocías estos datos sobre la época? ¿Crees que nos hemos dejado algo por contar? Recuerda contarnos todo lo que quieras, ¡solo nos tienes que dejar un comentario!